El experimento neoliberal de Puerto Montt

domingo, 7 de abril de 2013




El experimento neoliberal de Puerto Montt:

...todos los caminos van al Mal.l



Puerto Montt es una ciudad gris por definición. Y no lo digo sólo por el natural color de su cielo y sus hermosos contrastes reflejados en el mar, sino por la cantidad ridícula de cemento que inunda más que la lluvia en temporal, cada rincón de este verdadero experimento de la dominancia. La caminata habitual ya no es, maravillosamente, interrumpida por árboles, mas la vista es tapizada por una cantidad disfuncional de centros comerciales que entorpecen la visión con su grotesca presencia. Pareciera que el único gesto que le va quedando al puertomonttino fuera salir de compras. Es la ciudad en donde ya no quedan árboles y en que todos los caminos van al Mall

La geografía más potente que su historia, historia hoy casi totalmente des-aprehendida de su realidad alienada, habla de una gran capital regional que no ha sabido responder al desafío de su paisaje sublime, irrumpiendo con un paisaje urbano y una estética que relata sólo contradicciones con su naturaleza y su paisaje histórico.

“No, si se ve bonito, más moderno, más decente” son las palabras que con un orgullo soberbio declama su alcalde socialista Rabindranath Quinteros (alcalde por más de tres períodos consecutivos), quien se empeña por modernizar la ciudad con la creencia, casi religiosa, de que la modernidad es el único camino hacia el progreso, la civilización y el crecimiento. Hoy el puertomonttino progresado y "civilizado", no sube sus montañas,  ni respeta su mar, ni sus bosques nativos, porque está ocupado consumiendo modelos  de una historia colonizada.

Podríamos decir que es el costo del progreso, como siempre, la mejor excusa para justificar la apuesta al diseño del desarrollo modernizador de una ciudad carente de densidad histórica. La apuesta al feísmo como norma de planificación urbana, una norma de sistemática destrucción de los barrios y edificios históricos, no es más que el reflejo de uno de los síntomas de un país enfermo de nostalgia, pero que no quiere asumir el peso de su densa conciencia histórica llena de fracturas dolorosas y Puerto Montt es un síntoma claro del experimento neoliberal que fue, es y será Chile.

Llegar a Puerto Montt hoy ya no es llegar al puerto de los relatos amistosos del pescador o de la viejecita con la sonrisa extendida que te muestra Frutos del País, en TVN, por ejemplo. La ciudad porteña es casi en apariencia un cadáver alienado, que exhala débilmente sus últimos suspiros de identidad. Y es entonces cuando aflora la pregunta: ¿Qué sucedió? ¿Cómo es que la ciudad no fue capaz de resistir un poco más y responder de manera más digna a su paisaje social y cultural? De manera precoz la ciudad se rindió ante los brazos de proyectos seductores y aunque parezca un relato devastador, hoy Puerto Montt carece de acontecer y su identidad quedó diluida y castrada.  

Todo esto empezó a principios de los años 2000 o tal vez antes. Inaugurado el 2001, el Mall Costanera, ubicado en el escenario donde se solía, románticamente, tomar el tren hace unos quince años, es hoy un verdadero monumento a la fealdad amparada en la vacuidad del consumo. De manera brutal el mall extendió su espacio y estética apoderándose del paisaje y la cotidianeidad del habitante puertomonttino. Basta pasearse un día domingo por el mall para ver a padres y madres que, sagradamente, llevan a sus hijos a comer al Mc Donald, eximiendo sus culpas con tristeza demoledora.

Años más tarde se construyó, el 2004 (a través de la destrucción y la tala indiscriminada y sistemática de árboles simbólicos de la ciudad) el Estacionamiento Subterráneo SBT, que con pasto sintético cubre la costanera de Puerto Montt prácticamente en su totalidad, imposibilitando el crecimiento de cualquier especie de vida verde. Pese a amparar una flora exquisita y con la salvedad y la fortuna de tener en su proximidad parajes hermosos, como la Carretera Austral, Puerto Montt no tiene ningún parque ni espacio verde.

El nuevo Terminal de Buses de Puerto Montt, de la Inmobiliaria del Pacífico S.A, terminado hace ya un año, es otro ejemplo del poco tino arquitectónico y el nulo respeto por el entorno geográfico. Basta señalar que este espacio le da la espalda al mar. También el año pasado se inauguró otro mall, el nuevo Centro Comercial Alto La Paloma, ubicado en un sector densamente poblado, afortunadamente su impacto aún no ha provocado el debilitamiento de la vida de barrio, ni el cierre de esos almacenes llenos de historia.

Podría seguir escribiendo relatos lapidarios de Puerto Montt...
En resumen, para los visitantes y habitantes sobrevivientes del Puerto Montt nostálgico, es recomendable advertir sobre el esfuerzo que hay que poner para rescatar lo que queda del escenario libre de este entorpecimiento urbano. Es necesario escandalizarse y actuar sobre nuestro acontecer, nuestro devenir cultural, casi tan deplorable como esta nueva arquitectura, cómplice la prematura muerte de identidad reemplazada por identidades parchadas, recogidas e implantadas sin permiso ni respeto de sí mismo. Es necesario, para no ser también cómplices implícitos de ese discurso oficial que encuentra bonita la modernización. Si no lo hacemos nosotros, ¿entonces quién?

escrito por Juliette Díaz Mention

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