crónica: Más allá de la burbuja

viernes, 5 de abril de 2013




Más allá de la burbuja

un desafío diario


Son las 7:00 a.m  de la mañana y la profesora toma el metro para ir al trabajo. Se percibe en su rostro un gesto de desagrado cuando sube al vagón. Es entendible, es muy incómodo usar este medio de transporte en la hora punta, más cuando va llenísimo: se mezclan olores, las personas se empujan agresivamente y se olvidan de los modales básicos, como pedir permiso para pasar o pedir disculpas.
Este problema de transporte no se solucionará hasta fines de 2015, pero no tiene ningún peso inmediato, ya que poner aire acondicionado y extender la cantidad de carros no evitará los malos ratos y los momentos anteriormente mencionados. Estos avances sólo terminan siendo soluciones “parche” para los ciudadanos, pues todo termina yendo en desmedro de la calidad de vida de todos los usuarios del metro.
Pese a lo anterior y a los 50 minutos de viaje, con dos transbordos para llegar al colegio, llega la profesora a las 8:00 a.m para comenzar su trabajo diario. Es miércoles, entra a la sala con el IIº medio y ellos deben hacer la oración inicial, es un colegio católico. Sin embargo, cada vez les importa menos realizar esta acción, pedir o dar gracias a dios. Su lenguaje corporal los delata. Quizás sea el frío de la mañana o, tal vez, las continuas acusaciones que ha estado enfrentando la institución hace algún tiempo, que los están afectando de manera indirecta y los hace dudar de sus creencias.
Son las 8:10 a.m y dos alumnas comienzan su exposición sobre Rebelión en la granja, de George Orwells, escritor inglés contemporáneo. Algunos miran por la ventana, otros están dormitando y unos pocos ponen atención a la presentación de sus compañeras. La profesora sólo se limita a observar atentamente.
Terminan su explicación y análisis de la obra, luego se abre la ronda de preguntas. Un alumno levanta la mano y plantea la relación que existe entre los personajes y la revolución rusa. ¡Al fin los estudiantes despiertan y se genera un debate! La profesora guía la discusión, hasta que es su turno de exponer su punto de vista al respecto. Trata de ser lo más objetiva posible, pero aflora en su vocabulario una crítica dura sobre la sociedad neoliberal en la que estamos insertos.
Ella les habla del poder, de la hegemonía y la dominación de clases, que sólo vemos bajo el velo de la mirada de algunas personas. También les explica que deben aprender a ser hombres y mujerescríticos y no sujetos pasivos, ni mucho menos conformistas. Porque si quieren ver cambios en el mundo en el que están viviendo, deben convertirse en los protagonistas de esos sucesos. Sin embargo, deben aprender a usar las herramientas que les entrega la educación en pro de su desarrollo cultural.
A medida que avanzan los minutos, los adolescentes se van interesando en el discurso que les plantea. Gran parte del curso apoya su postura, pero no tienen claro cómo mejorar el sistema en el que ellos están. Saben muy bien que su realidad es muy diferente a las condiciones precarias en que viven otros jóvenes, aunque no la conozcan directamente. Para la mayoría de ellos, el centro es y termina en el Apumanque.
Asimismo, creen que construir mediaguas en comunas “vulnerables”, como dice el gobierno actual, les permite sentirse menos culpables por su condición de vida. Por eso asumen  que ser solidarios, “a su manera”, los hace mejores personas. Pero ser buena persona implica serlo en todo contexto y ser consecuente con sus dichos y actos. En su interior saben que eso no basta y la profesora se encarga de recordárselos contantemente durante la clase.
Luego ella asiente al escuchar los comentarios, incluso sonríe. Quizás es porque siente que ha sembrado la semilla de la conciencia crítica y social en el curso. Tal vez tiene la esperanza de que algún día rompan la burbuja y se den cuenta de que hay algo más allá de su ombligo ególatra de adolescentes.
Se puede sentir en el ambiente que, lo que ella quiere es que perciban que la sociedad no es perfecta como se la suelen mostrar. Que hay un mundo lleno de tramas de Plaza Italia para abajo. Precisamente ahí donde acontecen las marchas, donde van a celebrar que Chile ganó un partido de fútbol o donde la gente se reúne como punto de referencia en Santiago. Temas de los que, lamentablemente, se enteran por los medios de comunicación y porque sus padres jamás los dejarían hacer un tipo de manifestación como ésas.
Suena el timbre para salir a recreo, son las 9:20 y ella se queda conversando con sus alumnos en la sala, acción que no realizan otros profesores, pues creen que eso no corresponde a la labor docente. Hay que mantener la distancia con ellos, dicen, para mantener el respeto y no vayan a malinterpretar lo que se conversa fuera de clases. Tal vez sea verdad, pero ella disfruta lo que hace, aunque haya tenido que subir el tono de voz, en más de una ocasión, en la clase para mantener el respeto adecuado en el curso.
9:30 a.my suena el timbre para entrar a la clase con el IVº medio. Unos alumnos la saludan familiarmente antes de ingresar a la sala. La profesora saluda al curso, pero sólo la mitad responde. Pese a la indiferencia, ella comienza a hablar sobre la censura y la manipulación de información en los medios de comunicación masiva. Resaltando, por cierto, la figura de la prensa escrita, como una de las que más ha sufrido este tipo de abusos a lo largo del tiempo, ya sea por los gobiernos de turno, las líneas editoriales o la supresión de algún periódico de la escena local.
Los alumnos entienden poco a poco, pero asumen que leen muy poco los diarios y en menor grado ven las noticias en la televisión. Sólo les interesa ver o leer temas sobre la PSU, los deportes o eventos musicales que les presentan estos medios.
Avanza la clase y pone como ejemplo, y tema de discusión, el conflicto que están enfrentando los mapuches con los carabineros en la Araucanía y los niños que fueron agredidos por esta fuerza. La noticia les llama la atención y se acomodan en la silla para escuchar atentos. Ciertos jóvenes comentan el tema porque lo han escuchado, aunque no lo manejan más allá del titular.
Ella pregunta qué opinan al respecto, ya que este tipo de abusos se viene repitiendo hace muchos años y sólo se tapa el sol con un dedo, para bajarle el perfil a la violación de los derechos y a la libertad que le corresponde a cada persona. Su postura es clara.
Responden diciendo que los chilenos les quitaron las tierras a los mapuches, que los excluyen constantemente y que los abusan desde tiempos inmemoriales. Otros, hijos de gerentes, militares y evidentemente más acomodados que el resto de sus compañeros, argumentan que lo tienen merecido porque son flojos y que generan disturbios en la vía pública y que está bien que los tengan rodeados para así poder controlarlos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       
La profesora los escucha atentamente y respeta ambos puntos de vista, pero sabe, también, que la cultura y la educación, que han adquirido a lo largo de sus vidas, está basada y determinada por voces hegemónicas que se repiten  una y otra vez en su círculo de amistades. Solamente conciben cánones legitimados socialmente. Así como también, toda persona  que no se adecue al sistema, es excluida y discriminada de inmediato por sistemaAquel que nos incita al uso exagerado de tarjetas de  crédito, para estar endeudados de manera cíclica, para así mantener al pueblo en un estado de sumisión y conformismo, en relación a lo que les propone el gobierno.
Posteriormente, ella les explica que deben formarse su propia opinión  sobre los hechos y ser  capaces de discernir entre lo que es abusivo y aquello que pueda castrarles su libertad de manera implícita o explícita.  Todo esto se forma a partir de sus experiencias culturales en nuestro país y no sobre la falsa construcción de una comunidad que nos obliga a escuchar la voz oficial en cuanto a los hechos, y que no son más que actores pasivos que reproducen una y otra vez estereotipos de poder, ante un pueblo que debe vivir sometido.
Suena el timbre a las 11:00 am para señalar el término de la clase, pero la profesora se da cuenta de que no expuso los géneros periodísticos, no tuvo tiempo.  La clase fluyó de manera natural en torno al debate de la actualidad entre sus alumnos y ella.
Los alumnos se despiden y algunos le dan las gracias por la clase.
Se acercan dos alumnos y le dicen: “Profesora, usted debería tratar de ser menos política en sus clases, se lo agradecemos de verdad, pero el colegio corta cabezas a aquellos que actúan como usted.  Ya ha pasado antes.  Usted sabe que los otros profesores no hablan de esos temas”.
La profesora sorprendida les da las gracias por la preocupación y agrega que tratará de evitarlo, aunque no les asegura nada, ya que iría contra sus principios.
Son las 11:20 y debe entrar a la siguiente clase.  Sonríe y asume que enseñar no es cuestión de contenidos, ni información en exceso, sino que educar es entregar cultura y lasinstrumentos necesarios para que sepan enfrentarse a la vida y puedan convertirse en hombres y mujeres críticos, sin importar sus ideologías políticas y religiosas.
Esta clase es diferente. Son alumnos de un 8º básico y la materia ya no es tan densa. Son alumnos más alegres, más conversadores y más cariñosos. No se hacen problema por nada, la escuchan atentos cuando habla del texto argumentativo y resuelven un par de dudas.
Se percibe otro ambiente en el aula, les gusta dibujar y crear utopías de la vida, lo que plasman en los afiches publicitarios que están creando. Ella sólo guía la actividad y siente que su deber es, precisamente, inculcar en estos estudiantes  el sentido común, la crítica y los valores que los van a formar como seres integrales en su vida futura.
Último timbre. Son las 13:00 p.m y es hora de irse a casa. Hoy es el único día en la semana en que llega temprano a su casa. Toma sus cosas y las deja en la sala de los profesores. Ordena un par de guías y libros para la siguiente jornada. Recoge su cartera y se despide sus colegas. Está cansada, pero muy satisfecha.
Toma el metro a las 13:30 pm. El vagón no va tan lleno y puede sentarse. Es hora de almuerzo y comienza a llenarse el carro. Ella se pone a leer, pero en lo único que piensa es que su labor como profesora es difícil y está llena de obstáculos, de críticas y un par de agradecimientos.
Sin embargo, se siente feliz por las clases que realizóen la mañana y de lo que logró con sus alumnos, aunque sabe que el desafío es diario y debe luchar para que todo sea distinto y pueden mirar más allá de su burbuja.


Escrito por Evelyn Orellana M

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